Impacto del COVID-19 en los viajes a Estados Unidos
Cuando se inició el 2020, las mayores preocupaciones en materia turística eran las de generar un crecimiento sostenible que hiciese viable la circulación de los mas de 1.400 millones de viajeros que se movilizaban cada año de un lado a otro del planeta, atender al crecimiento de una forma sustentable y salvaguardar la seguridad implementando nuevos protocolos como el ETIAS.
Nada hacía presumir el alto impacto que el virus que asomaba en China tendría en la humanidad entera . Sin embargo, alguna aproximación de lo que sucedería comenzó a insinuarse en el sector que, con regularidad contundente, es siempre el primero en percibir los efectos de las situaciones inesperadas: el turismo.
El impacto del COVID-19 en los viajes a Estados Unidos se sumó a una negativa presunción que lejos estaba de tener en cuenta la llegada de la pandemia. En Diciembre de 2019 el TTI -Índice de Tendencias de Viaje de la Asociación de Viajes de los EE. UU- anunciaba que los viajes hacia y dentro de EE. UU. habían aumentado un 2,4 por ciento en ese mes . Se trataba del décimo año consecutivo de expansión para la industria turística en el país. Pero ese mismo informe anticipaba también que se esperaba que los viajes internacionales entrantes disminuyeran.
La proyección se basaba, esencialmente, en las fuertes tensiones comerciales con China y del valor del dólar estadounidense; pero jamás como resultado del entonces incipiente COVID-19. En diciembre de 2019, la amenaza sanitaria en China no se percibía como una peligro global contundente.
En este nuevo cuadro de situación con la pandemia recorriendo cada rincón del planeta, la situación de crisis se profundiza en el sector turístico global pero en Estados Unidos y China, en forma muy marcada.
Es que Estados Unidos es el tercer mercado emisor para China, en tanto que China es el quinto para el turismo estadounidense. Ambos países necesitan de los turistas procedentes del otro para retomar una sana economía turística. En la situación reinante –ahora política y sanitaria- la reactivación parecería estar en seria contingencia.
Estados Unidos lleva perdidos más de 10,000 millones de dólares en concepto de entradas por turismo en un año en que había decidido aceptar el desafío de autorizar el programa de marketing de destinos de Brand USA.
Tal como lo señalaba Roger Dow, CEO de la Asociación de Viajes de Estados Unidos al destacar la iniciativa Brand Usa del congreso estadounidense: ‘El gasto de visitantes internacionales es vital para reducir el déficit comercial, y una caída prolongada en el crecimiento de ese segmento podría tener serias implicaciones para la salud general de la economía estadounidense’.
Hoy no es un secreto para nadie que habrá serias consecuencias para la industria turística en ambos países. La prohibición de volar a las aerolíneas de los dos países, según explica Dow “representa una barrera física para los viajeros, aunque la fractura social que causan estas disputas tendrá un efecto más duradero”.
El 13 de marzo, además, el presidente de los Estados Unidos,Donald Trump, decidió suspender los vuelos procedentes de Europa en un intento tardío para frenar la entrada del Covid-19.
Lo que en principio fue un cierre de fronteras a todos los ciudadanos europeos, pronto se extendió a los ciudadanos de otros países del mundo. Pero de no haberlo hecho, de cualquier forma, se hubiesen ido cerrando naturalmente por las decisiones que los diferentes países fueron adoptando.
Desde ese momento, la prioridad del gobierno de los Estados Unidos fue fomentar los viajes dentro del propio país.
Los viajes por avión en territorio estadounidense se multiplicaron en mayo, durante el fin de semana largo en que se conmemoraba el Día de los Caídos . Más de 300 mil personas pasaron por los controles de seguridad de los aeropuertos según la administración de seguridad en el transporte, una cifra que no se veía desde marzo . Si bien es sólo una fracción de los 2 millones y medio registrados en el mismo feriado del año anterior , muestra una tendencia en alza desde el comienzo del peor tramo de la pandemia en Estados Unidos.
No parece probable , al menos según las declaraciones del secretario del tesoro de Estados Unidos, Steven Mnuchin, que Estados Unidos levante la restricción que afectan a los viajes internacionales en el 2020.
Mnuchin expresó muy claramente que la prioridad del Gobierno Federal no era la de reabrir los viajes internacionales sino que el país empiece a volver a la normalidad conociendo su propio país: “Este es un buen momento para que las personas exploren América , mucha gente no ha visto muchas partes de América”
Sin embargo en la primer semana de junio, la compañía alemana Lufthansa puso en marcha nuevamente sus vuelos a los Estados Unidos. El 2 de junio bajos estrictos protocolos de seguridad el grupo alemán comenzó a volar a Chicago y el 3, a Los Ángeles desde Múnich. En Alemania, la premier Angela Merkel, solo había autorizado los viajes con los países que conforman el acuerdo Schenggen . Parece que en el marco de los procesos de desescaladas, las reaperturas comienzan a retomarse a hurtadillas, paulatina pero sostenidamente.
Estados Unidos se ha recuperado extraordinaria y rápidamente de catástrofes naturales y situaciones adversas. Por eso es posible que pasada la pandemia, los turistas británicos, japoneses y chinos que reavivan la economía estadounidense con sus visitas, vuelvan más temprano que tarde.
Por ahora, lo cierto es que Estados Unidos deberá enfrentar la situación de los 10,000 millones de dólares de déficit que supone el cierre de fronteras y darle solución al casi millón y medio de empleados del sector turístico.