El Palacio Barolo en su centenario
El Barolo inaugurado el 7 de julio de 1923 es testimonio de su época: un templo laico colmado de representaciones y simbología
Atravesar la imponente entrada del Palacio Barolo es lo más cercano a experimentar la teoría de la relatividad de Einstein. Porque el tiempo transcurre allí muy diferente al que marca el tránsito enloquecedor de la Avenida de Mayo. Más lento, con cierto mágico misterio . Hasta los sonidos proyectan un eco no convencional. Y en cada recodo de su arquitectura no sorprendería encontrarse con gente de otro tiempo trabajando en sus actividades cotidianas. O al mismísimo Barolo.
Y quizá este viaje en el tiempo que ofrece el casi centenario Palacio Barolo sea producto de que para la época en que el genial científico expuso su teoría –esa que abre la posibilidad de que fenómenos bastante extraños puedan ser factibles- la empedernida y fantasiosa determinación y el no menor poderío económico del empresario textil Luis Barolo la haya materializado, sin saberlo, en esa mole ecléctica repleta de símbolos. Porque conviven en el presente y simultáneamente Dante, Virgilio y Beatriz, con la voluntad de creativos inmigrantes, un presidente argentino y sucesivas generaciones de oficinistas que lo transitaron.
La construcción del edificio supuso atravesar muchos desafíos y hasta acorraló a su creador que terminó con su vida antes de verlo terminado . “Infarto” narran las crónicas de la prensa. Dicen, quienes saben, que Luis Barolo no se sobrepuso a no poder inaugurarlo en 1921 cuando se cumplían los 600 años de la muerte de Dante Alighieri -14 de setiembre de 1321-. Que no toleró no poder trasladar las cenizas del poeta en cuyo honor había levantado el edificio. Otros aseguran que fue envenenado.
Como sea, su legado se yergue , a 100 años, con nobleza. Es evidente que en el centenario edificio que destaca en Avenida de Mayo, no ahorró en fantasías y recursos . Tal vez porque Luis Barolo deseaba que si Europa desaparecía en sucesivas guerras , algo de su cultura viviera en América y que su poeta admirado fuese honrado en un edificio acorde.
Por eso junto al Arquitecto Mario Palanti a quien había conocido en los festejos del Bicentenario y con quien compartía una visión , emprendió la concreción del sueño en 1919.
La lunática obstinación del inversor principal y su arquitecto amigo puso por delante imaginación, lógica masónica y mucho capital para allanar todo obstáculo , barrer imposibilidades y darle forma en hormigón a los cantos de la Divina Comedia de Dante Alighieri.
Para construir esos 100 metros de altura -de los 22 pisos y dos subsuelos d el Barolo- debió solicitar a una “concesión especial” al intendente Luis Cantilo en 1921. Y como a tantos otros en la historia argentina la dispensa exclusiva se otorgó a pesar que el palacio proyectado superaba en casi cuatro veces la máxima permitida para las construcciones de Avenida de Mayo. Avenida que se había abierto coincidiendo con los festejos del Centenario del 25 de mayo y había conferido una fisonomía “europea y civilizada” a toda esa zona, antes caserío típico de colonia española. Pero Argentina crecía al ritmo de sus oligarcas mandatarios y no podía permitirse el lujo de semejante falta de estilo.
Ecléctico, en el Palacio Barolo conviven varios estilos, pero bajo una misma y única intención: concretar , darle forma material a la Divina Comedia considerada como una de las obras maestras de la literatura italiana y universal y fuente de inspiración para Barolo y Palanti.
El planteo arquitectónico, entonces, reúne numerosas referencias a la obra. El proyecto está articulado en tres instancias : infierno, purgatorio y cielo. Y la simbología está decididamente presente en las dos primeras y cede en la medida que se ejecuta el ascenso al cielo.
Así, las nueve bóvedas de acceso representan los nueve pasos de iniciación y las nueve jerarquías infernales así como el faro representa los nueve coros angelicales. Y en cada rincón, los detalles que hacen referencia a esta conexión inequívoca se multiplican con precisión asombrosa.
En lo estrictamente arquitectónico El Palacio Barolo es un edificio de avanzada. Fue el primero en Argentina construido con hormigón armado, las escaleras están revestidas con mármol de Carrara y decoradas con herrajes. Vitraux, lámparas , molduras y paredes y columnas cubiertas por granito completan esta impresionante edificación.
Pero este Danteun es todavía un poco más que eso. Es por sobre todas las cosas, un testimonio de la época. Un templo laico promotor de las artes liberales en donde no se ahorran representaciones: los principios alquímicos del mercurio y del azufre o frases como “La letra mata, el espíritu vivifica”, y “está fundada sobre piedra firme” que dan confirmación del sentido con el que fue construido.
El Palacio Barolo - el edificio mas alto en Sudamérica hasta la construcción del Kavanagh en 1930- tiene un mellizo en Montevideo: el Palacio Salvo. Construido también por el Arquitecto Palanti -que terminó sus días en Italia y lejos de sus más famosas obras- el Salvo no corrió con tanta suerte a la hora de su conservación ni tiene la carga simbólica de éste.
Se suponía que las luces de sus faros, idénticos- debían cruzarse en la noche sobre el Río de la Plata para hermanar a las dos orillas. Esta quimera imposible dado la curvatura de la tierra es, sin embargo, otra pintura sobre el destino de hermandad y unión que aquellos hombres soñaban para este continente libre, que recién iniciaba su marcha.
Y aunque las luces de los faros no llegaron a cruzarse jamás, en Buenos Aires iluminan hechos sobre los que se quiere llamar la atención. A poco de su inauguración trasmitió el triste resultado de la legendaria “Pelea del siglo” en Nueva York entre el boxeador argentino Miguel Ángel Firpo y el estadounidense Jack Dempsey. En tiempos en que la televisión no existía y la radio no era habitual en todos los hogares, la luz verde que no apareció anunció la victoria del americano. Estaba previsto que la luz roja notificaba la victoria de Dempsey
Desde el año 2010 en que volvió a funcionar luego de un tiempo de interrupción, le dio marco a los festejos del Bicentenario , se vistió de diferentes colores para concientizar sobre importantes causas.
Con todo, lo cierto es que el Palacio Barolo, un edificio impensado para la época, camina seguro con al menos doce celebraciones intermedias, a festejar sus 100 años de historia.
Inaugurado finalmente el 7 de julio de 1923 y declarado en 1997 Monumento Histórico Nacional, el Palacio Barolo prepara una serie de presentaciones culturales en el hall principal, abiertas para todo aquel que quiera ingresar en su magia atemporal.
El martes 9 de agosto , en ese derrotero celebratorio hacia la ceremonia central del centenario prevista para el 7 de julio de 2023 , inició el ciclo cultural “Eventos del Centenario” organizado por la Fundación Amigos del Palacio Barolo.
Con ingreso libre y gratuito se desarrollarán una serie de conciertos . En el 1er encuentro se presentaron los músicos de la Academia Orquestal del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón.
Durante magníficos 40 minutos se abordó un repertorio que incluyó Mozart, tango argentino y una pieza de Paul Taffanel en formaciones de quinteto y deceto de vientos a cargo de los preparadores musicales Jorge De la Vega y Michele Wong.
El fuego de un infierno sugerido y las ocho figuras de bronce en forma de dragones y serpientes se ofrecieron, en tanto, como testigos de la intemporalidad .
Atardecer en el Barolo
El Palacio Barolo , símbolo de una Argentina poderosa
En la camino a los 100 años, el Palacio Barolo, festeja
Y te invitamos, como siempre a viajar televisión !